miércoles, 13 de abril de 2011

Negacionismo de la raza

El negacionismo de la raza es una postura políticamente correcta, a menudo con motivaciones antiblancas, que niega que existan razas dentro de la especie humana y que tal concepto tenga una realidad biológica y objetiva. Afirma que la raza sólo es una "construcción socio-cultural". Esta postura puede estar motivada consciente o inconscientemente por una ideología política basada en el igualitarismo. Desde 1932 empezaron a aparecer libros de texto universitarios de introducción a la Antropología Física que negaban y rechazaban la validez del concepto de raza. Antropólogos judíos como Ashley Montagu[1], Franz Boas[2] y Claude Levi-Strauss, así como biólogos judíos como Richard Lewontin, y posteriormente, Stephen Jay Gould, fueron los primeros en cuestionar el concepto de raza y a mediados de la década 1950, con el auge del marxismo cultural y la corrección política, la UNESCO recomendó sustituir la noción de raza humana, considerada "no científica" y "confusa", por el término de "etnia" (mismo que se refiere en realidad a las comunidades humanas definidas por afinidades raciales, lingüísticas, culturales, religiosas, etc.), a la vez que se negaba que la especie humana se subdividiera en subespecies, convirtiéndose así, en una extraña excepción en la naturaleza. A la caída del Tercer Reich y debido a la posterior campaña política de desprestigio al nacionalsocialismo y el crecimiento del marxismo cultural en Occidente, el concepto de raza comenzó a ser marginalizado y dejó de ser utilizado por diversos Estados. Algunos sociólogos marxistas comenzaron a enarbolar la falsa idea de que las múltiples teorías sobre la raza fueron hechas como forma de "justificar el colonialismo y expansionismo europeo", sin considerar que el expansionismo nunca necesitó justificaciones ante nadie, pues era un hecho aceptado por todos, menos aún cuando se venía practicando desde hace siglos. Y a la vez algunos "científicos" alegaban que no se podía hablar de diferentes razas entre los seres humanos porque la diferencia genética entre ellas es mínima, lo que se explica sencillamente porque se trata de la misma especie. A menudo, la visión crítica del uso del término raza relativiza los estudios científicos y señala que el uso de este término suele acarrear discriminación racista, cuando esto no es más que una consecuencia que ellos mismos le asignan. (Ver: Argumentum ad consequentiam). De hecho, el negacionismo de la raza proviene generalmente de grupos de la izquierda política (liberalismo, comunismo, anarquismo), aunque también muchos grupos cristianos niegan el concepto de raza. A finales de los 60's, los escritores judíos empezaron a hablar abiertamente de su dominación de la antropología americana. En una edición de 1997 del American Anthropologist que publica la Asociación Antropológica Americana, el erudito judío Gelya Frank escribe que la antropología igualitarista americana es tan completamente judía que debería ser calificada como "una parte de la Historia Judía". Frank llega a admitir que la antropología está al servicio de un programa social y que su objetivo se enfoca en los antropólogos judíos que están "motivados en convertir las teorías multiculturalistas en programas para el activismo". La misma casta de antropólogos que tan fervientemente declaran que "no existen las razas" cuando se refieren a negros o blancos sostienen hipócritamente que la única homogeneidad genética es la de los judíos[3]. Así, el antropólogo judío sionista Jared Diamond durante años ha pregonado que las razas "en realidad no existen", que "son una construcción social" y que "no hay base genética para la raza". Sin embargo, en un artículo del Smithsonian, Diamond expresa su entusiasmo al saber que por medio de los estudios del ADN, Israel puede identificar quién es realmente un judío. Es decir, según Diamond el ADN no puede identificar a los europeos, a los asiáticos, a los amerindios, a los africanos, a los palestinos, pero, "gracias a Dios", el ADN sí puede identificar a los judíos, con lo que pueden justificar y poseer un Estado exclusivo para los judíos, no importando si profesan el judaísmo como religión o no, y a su vez, pueden justificar la negación del mismo derecho fundamental a los demás pueblos.

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